sábado, 19 de abril de 2014

LOS "TIRABOLEIROS" COMPOSTELANOS
¿Quién, habiendo llegado a Santiago y tras asistir a la Eucaristía en la catedral, no ha contemplado con cierta admiración el vaivén del botafumeiro? Y si ha sido así ¿quién no se ha quedado boquiabierto viendo a un hombrecillo “abrazándose” al enorme incensario para detenerle con total precisión?
Ese hombrecillo era Armando Raposo, fallecido hace unos días a los 83 años y quien durante las últimas cuatro décadas  fue jefe del grupo de los ocho tiraboleiros que se encargan de tirar de las cuerdas que hacen subir y moverse como un péndulo el gran incensario de la iglesia compostelana. Comenzó a trabajar en la catedral para la apertura de la Puerta Santa. En el templo compostelano hizo prácticamente de todo hasta que entró, en 1950, a formar parte del equipo de tiraboleiros. Posteriormente, desde 1964 hasta hace un par de año, fue el encargado de dirigir el movimiento del botafumeiro. "Es muy importante tanto la fuerza como la coordinación de los tiradores", decía a menudo Armando, a quien le gustaba comparar su trabajo con el de "un capitán que tiene que dirigir a sus soldados para que todos caminen en la misma dirección".
Botafumeiro y tiraboleiro son dos nombres inseparables. Aunque algunos han visto en el origen de la palabra “tiraboleiro” una alusión a los nudos de las cuerdas de las que tiran los encargados de mover el botafumeiro, otros sostienen que “es una palabra degradada que viene del latín turibulum magnum, que significa gran incensario”.
Los tiraboleiros, que desempeñan además otras tareas en la sacristía o en el museo catedralicio, tienen edades comprendidas entre los 25 y los 60 años, y la mayoría son veteranos en estas lides. El responsable de la “maniobra aérea” conoce todos los pormenores de un rito único en el mundo. El botafumeiro pesa 60 kilos, por lo que exige a los tiraboleiros un gran esfuerzo y coordinación.


Para ponerlo en movimiento se necesitan a los ocho hombres que lo traen de la biblioteca cargado de incienso y carbón. Tras atarlo a la maroma que pende frente al altar mayor con tres gruesos nudos, lo bombean tirando con fuerza y precisión cuando se halla en el punto más bajo de su recorrido. De esta forma el botafumeiro alcanza en sólo minuto y medio una velocidad de 68 kilómetros por hora y llega a formar un ángulo de 82 grados sobre la vertical, describiendo un arco de 65 metros de amplitud a lo largo del transepto. Son en total entre 17 y 20 ciclos de vaivén que dejan en los espectadores un recuerdo para toda la vida. La cuerda que lo suspende es en la actualidad de material sintético, mide 65 metros, tiene 5 cm de diámetro y pesa 90 kg. Anteriormente las cuerdas se hacían de cáñamo o de esparto.
Para más información en los siguientes enlaces:
http://www.larazon.es/detalle_hemeroteca/noticias/LA_RAZON_340673/8862-los-senores-del-incienso#.U1Jljfl_vDU
http://mas.laopinioncoruna.es/suplementos/2010/03/28/tiraboleiros/


No hay comentarios: