ASCENSIÓN A LA CRUZ DE FERRO Y AL CEBREIRO
Dentro de las actividades que la Asociación del Camino de Santiago del Sureste de Valladolid (ACASSE-VA) tiene programadas para este año 2011 figura la “SUBIDA A LA CRUZ DE FERRO Y AL CEBREIRO”. Varios son los objetivos a conseguir con esta “miniperegrinación por estos hitos del Camino Francés” destacando el de “mantener vivo el espíritu jacobeo” una vez finalizado el Año Santo. Esta marcha se ha realizado durante los días 26 y 27 del mes de febrero. Miembros y simpatizantes de ACASSE-VA, un total de 52 personas de todas las edades (la menor 3 años y el mayor 77), se desplazaron en autobús hasta el pueblo leonés de Rabanal del Camino, punto donde se inició la primera etapa a las 10 de la mañana. Las previsiones atmosféricas vaticinaban fuertes inclemencias del tiempo lo que había intimidado a los caminantes. Es verdad que el frío hizo acto de presencia, pero el sol radiante animó la salida precedida por un almuerzo reconstituyente que insufló fuerzas para salvar la larga subida, primero por carretera y posteriormente por caminos de tierra con abundantes zonas de nieve caída en días anteriores. En seguida el grupo se disgregó y a medida que se aproximaban a la cima y pasado Foncebadón, apareció la niebla y el frío se notaba con intensidad. Culminada la ascensión del monte Irago (1.300 m. de altitud) y junto a la base de la Cruz de Ferro se depositó una teja con una piedra por cada uno de los participantes, con su nombre. Posteriormente se dirigieron a Villafranca del Bierzo. Allí pernoctaron en el albergue Viña Femita, tras un paseo turístico por la ciudad patrocinado por la concejalía de cultura.
El domingo comenzó la segunda etapa en Vega de Valcarce a las 9 de la mañana. La ascensión al mítico Cebreiro ya es conocida por varios de los participantes. El resto esperan con ansiedad vencer los desniveles y el prolongado ascenso hasta tierras gallegas. Por la carretera antigua, paralela a la N-VI, nos dirigimos a Ruitelán. La base del puerto está cerca. A la salida de la localidad la pendiente se recrudece un poco, tan solo un aperitivo de lo que vendrá después. El paso por Las Herrerias y el barrio de Hospital ofreció un paisaje de ensueño. El intenso verdor de la pradera inundada por innumerables canalillos de agua procedentes del deshielo y el acogedor silencio del valle solamente roto por el discurrir del río Valcarce invitaba al descanso. Mas no pudo ser, pues la subida continua de media docena de kilómetros esperaba por delante. Al abandonar el conjunto de casas de Hospital comienza la verdadera ascensión al Cebreiro. Un duro repecho por asfalto de casi un kilómetro invita a plantear la estrategia, que consistirá en bajar el ritmo, acortar los pasos y acompasar la respiración. En plena subida se toma a la izquierda una senda, donde la pendiente da un breve respiro hasta cruzar el arroyo de Refoxo y nos atiza de nuevo por una calzada alfombrada por las hojas caducas de castaños y robles. La ascensión se hizo muy penosa sobre todo en La Faba y Laguna de Castilla, último pueblo de León. Durante 15 minutos una borrasca de agua y nieve metió el miedo en el cuerpo de los peregrinos. Hacia arriba también aparece la niebla. Se quiere apretar el paso a pesar de que las fuerzas ya están mermadas. Nuevamente aparece el sol y con él un artístico mojón que informa de la entrada en la provincia gallega de Lugo. La etapa reina de los Caminos de Santiago está a punto de concluir. Fatigados y como asemejando a las cuentas de un rosario se solventó el último tramo hasta la iglesia prerrománica de Santa María la Real, que da la bienvenida a O Cebreiro. Antes de la comida en el Mesón Moreno hubo tiempo para un rato de acción de gracias ante el Santo Grial que se expone en la iglesia, para hacer fotos de las amplias panorámicas hacia tierras leonesas y lucenses, para la adquisición de recuerdos, para saborear los productos y vinos gallegos en las tabernas y admirar las tradicionales pallozas que conforman el pequeño poblado. No faltó al final de la sobremesa la muestra de música y danza folclórica al son de la flauta y el tamboril. Así se completó una jornada jacobea por tierras holladas por miles de peregrinos que seguro no se olvidarán en el tiempo.
El domingo comenzó la segunda etapa en Vega de Valcarce a las 9 de la mañana. La ascensión al mítico Cebreiro ya es conocida por varios de los participantes. El resto esperan con ansiedad vencer los desniveles y el prolongado ascenso hasta tierras gallegas. Por la carretera antigua, paralela a la N-VI, nos dirigimos a Ruitelán. La base del puerto está cerca. A la salida de la localidad la pendiente se recrudece un poco, tan solo un aperitivo de lo que vendrá después. El paso por Las Herrerias y el barrio de Hospital ofreció un paisaje de ensueño. El intenso verdor de la pradera inundada por innumerables canalillos de agua procedentes del deshielo y el acogedor silencio del valle solamente roto por el discurrir del río Valcarce invitaba al descanso. Mas no pudo ser, pues la subida continua de media docena de kilómetros esperaba por delante. Al abandonar el conjunto de casas de Hospital comienza la verdadera ascensión al Cebreiro. Un duro repecho por asfalto de casi un kilómetro invita a plantear la estrategia, que consistirá en bajar el ritmo, acortar los pasos y acompasar la respiración. En plena subida se toma a la izquierda una senda, donde la pendiente da un breve respiro hasta cruzar el arroyo de Refoxo y nos atiza de nuevo por una calzada alfombrada por las hojas caducas de castaños y robles. La ascensión se hizo muy penosa sobre todo en La Faba y Laguna de Castilla, último pueblo de León. Durante 15 minutos una borrasca de agua y nieve metió el miedo en el cuerpo de los peregrinos. Hacia arriba también aparece la niebla. Se quiere apretar el paso a pesar de que las fuerzas ya están mermadas. Nuevamente aparece el sol y con él un artístico mojón que informa de la entrada en la provincia gallega de Lugo. La etapa reina de los Caminos de Santiago está a punto de concluir. Fatigados y como asemejando a las cuentas de un rosario se solventó el último tramo hasta la iglesia prerrománica de Santa María la Real, que da la bienvenida a O Cebreiro. Antes de la comida en el Mesón Moreno hubo tiempo para un rato de acción de gracias ante el Santo Grial que se expone en la iglesia, para hacer fotos de las amplias panorámicas hacia tierras leonesas y lucenses, para la adquisición de recuerdos, para saborear los productos y vinos gallegos en las tabernas y admirar las tradicionales pallozas que conforman el pequeño poblado. No faltó al final de la sobremesa la muestra de música y danza folclórica al son de la flauta y el tamboril. Así se completó una jornada jacobea por tierras holladas por miles de peregrinos que seguro no se olvidarán en el tiempo.
Gracias desde este nuestro medio de información a la Diputación de Valladolid y la Junta de Castilla y León por su colaboración con ACASSE-VA.
1 comentario:
Nos lo pasamos fenomenal, sólo espero volver en abril al Camino para seguir disfrutando de todo, del tiempo, del camino, de la compañia, de las comidas, de las jotas .....
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