¿PERDERSE EN EL CAMINO?
Para este año que iniciamos hace unos días se
auguran buenas esperanzas de cara a la peregrinación. A lo largo del 2.015
culminaron el Camino de Santiago 262.436 personas procedentes de 179 países del
mundo (datos de la Oficina del Peregrino) quedando muy cerca de los 272.412 del
último Año Santo de 2.010. Si tenemos en cuenta que nos encontramos en pleno
Jubileo Extraordinario de la Misericordia no es de extrañar que dentro de 366
días estemos hablando de un nuevo record de peregrinos que recogerán la
Compostela.
De ahí que en el momento de preparar la
peregrinación hacia la tumba del Apóstol, quien más quien menos, a pesar de haber
consultado a través de las páginas de internet, de las innumerables guías
editadas o de la información de algún veterano en estos menesteres sobre todos
los datos necesarios para asegurar una completa peregrinación, le suele
aparecer la preocupación de extraviarse durante el recorrido. Las probabilidades
de que esto ocurra son relativamente escasas. Generalmente el camino está
perfectamente señalizado aunque siempre existe la posibilidad de que factores
meteorológicos como la niebla o la nieve, o el caminar de noche o
distraídamente nos jueguen una mala pasada. No son necesarios ni GPS, ni
brújulas, ni otros medios más sofisticados; tan solo consiste en seguir la
flecha amarilla y si en caso de despiste o cansancio pierdes el camino, lo más
seguro es desandar lo andado hasta retomar la última flecha. Retroceder es
mejor que caminar angustiado. El despiste es siempre fruto de la falta de
atención. Caminar un tramo sin señales de confirmación nos produce una
preocupación que se transforma en alivio cuando vuelves a ver una de ellas. Lo
mejor es seguir las indicaciones del “camino oficial” y no tomar opciones
alternativas porque obedecen a intereses alejados del sentir peregrino y pueden
dar lugar a confusiones no deseadas.
La señalética más característica que nos
encontramos al realizar cualquiera de los Caminos de Santiago que vertebran el
territorio nacional es la conocida flecha amarilla que la encontraremos por
todas partes: piedras, bifurcaciones, paredes, esquinas, postes, árboles,
tuberías, mojones, en el suelo, etc. El creador de ella fue el cura de O
Cebreiro Elías Valiña. En la década de los setenta del siglo pasado, utilizando
la pintura amarilla que le proporcionaron unos peones camineros que pintaban
las líneas de la carretera en obras de la zona gallega, comenzó a señalizar el
camino desde los Pirineos hasta la plaza del Obradoiro. Desde entonces es la
marca señera e internacional del Camino.
A lo
largo de los diferentes trayectos jacobeos con encontramos con otro tipo de
señales. La más frecuente es la vieira, también amarilla, sobre fondo azul
grabada en azulejos que se colocan en fachadas o muros, incrustada en hitos
kilométricos o en señales de tráfico. Esta señal identifica el Camino como
Itinerario Cultural Europeo. También aparecen vieiras de bronce en zonas
peatonales de alguna de las ciudades o grandes poblaciones por donde pasa el itinerario
peregrino.
Además de las señales descritas y que son
específicas del Camino de Santiago, también nos podremos guiar por las de
tráfico con iconos jacobeos, cintas amarillas atadas a las ramas de los
árboles, paneles informativos y otras artesanales confeccionadas por las
Asociaciones dispuestas a lo largo de la ruta que ayudarán a no perderse. Si
aún apareciesen las dudas siempre quedará el recurso de preguntar a los lugareños
o a otros peregrinos que seguro te prestarán ayuda e información.
Si nos detenemos en el Camino del Sureste
estamos en condiciones de asegurar que desde su partida en el sureste español
(Alicante, Benidorm, Villajoyosa, Jávea o Cartagena) hasta su final en la plaza
del Obradoiro cualquier peregrino que no “pierda” de vista la señal amarilla
recorrerá los aproximadamente 1.092 km sin incidencias (el paso por la ciudad
de Albacete tiene algunas dificultades ya en vías de solución). Para que esto
se cumpla, las doce asociaciones jacobeas relacionadas con este camino trabajan
durante el año para revisar los tramos que tienen asignados. Esta actividad
garantiza a cada peregrino que su caminar siempre será el correcto. Animamos a
todos los futuros caminantes y en especial a los más pusilánimes a que se
lancen al camino invocando el grito de ¡ULTREIA! y disfruten de los aconteceres
diarios que depara el camino.
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