SOBRE LA PUERTA SANTA
Con motivo del Jubileo
de la Misericordia, decretado por el Papa Francisco que se celebrará durante el
Año Santo extraordinario y que comenzará el 8 de diciembre de 2.015 concluyendo
el 20 de noviembre de 2.016 para celebrar el quincuagésimo aniversario de la
clausura del Concilio Vaticano II, se abrirá la Puerta Santa de la catedral de
Santiago el domingo 13 de diciembre.
Por su interés
trascribimos parte del trabajo documental del historiador y periodista Antón
Pombo Rodríguez titulado “Ritual de los peregrinos en la catedral a través de
los tiempos” y que se refiere a la Puerta Santa:
“También llamada de los Perdones, en el sentido de que tras la peregrinación
debían dejarse atrás los pecados y entrar al templo para obtener la gracia por
medio de la práctica sacramental y las indulgencias, la Puerta Santa, al menos
en el siglo XVI, era un acceso recogido
y discreto, al que se llegaba a través del cementerio de la Quintana de Mortos.
Con la reforma barroca del siglo XVII, más atenta al urbanismo y al efecto
decorativo que a cuidar los aspectos simbólicos, adquiere un carácter triunfal,
de bienvenida y premio, perdiendo gran parte de su significación como
"porta caelum". Para conocer el estilo de las puertas de perdonanza
medievales habremos de dirigirnos a la iglesia de Santiago de Villafranca del
Bierzo o a la colegiata de San Isidoro de León.
En el banco de piedra existente entre la puerta
exterior, en el muro que delimita regularmente la Quintana, y la interior, por
la que se entra a la girola de la basílica medieval, a mediados del siglo XIX
se situaba un coro de cinco ciegos para cantar sus romances sobre el apóstol. Ellos iniciaban al peregrino menos instruido
en las leyendas y tradiciones de Santiago, pero la concurrencia desapareció,
como un síntoma más de la decadencia, tras el año santo de 1886.
Entre las modificaciones introducidas en la Puerta
Santa, que afortunadamente se vio libre de la reforma neoclásica proyectada en
1794 por Melchor de Prado y Mariño, se cuenta la sustitución de cinco cabezas
de profetas en 1857, encargo realizado a Bentura da Fonte, y la sucesiva adaptación del ritual de
apertura a la doctrina eclesial. Durante el siglo XX, en plena efervescencia
del primer Xacobeo (1993), el cabildo encarga al escultor Leiro una hoja de
madera, decorada con el tema de la Traslación del apóstol en la barca, para
colocar por la parte interior en los años ordinarios…
El rito de tránsito, común al de otras tantas
iglesias, pasa por mojar los dedos en alguna de las dos pilas de agua bendita
que flanquean la puerta en su cara interior y, tras haberlos pasado por las
cruces inscritas en el intradós y las jambas, santiguarse al entrar. Con ello
se materializaba la entrada en el espacio sagrado por antonomasia del Camino,
la catedral que acoge la tumba del apóstol y en la que está la razón de ser del
viaje. Esta costumbre, aún practicada por las personas mayores de la ciudad y
su entorno, se está perdiendo entre los peregrinos y turistas.
En el presente
la Puerta Santa se ha convertido en el gran cuello de embudo por el que pasa
toda la corriente peregrinatoria y turística, y el simbolismo de las antiguas
estrecheces ha evolucionado hacia el fundado en la paciencia, como suprema
virtud, para los que deseen acceder a la Gloria. Ahora la penitencia no está
marcada por el simbolismo de la angostura, sino por las interminables esperas
al sol o bajo la lluvia.
Pero muchos de los que aguardan estoicamente, en su
ingenuidad lo dan por bueno, pues están firmemente persuadidos, como ya les
acontecía a sus antepasados ("aún no pasé la Puerta Santa"), de que
si no cruzan la puerta no ganarán las gracias jubileo, siendo hoy también
creencia extendida que basta con este rito para conseguirlas. Por otra parte, y
a pesar del mimetismo, cada vez son más los peregrinos que rechazan cualquier
posibilidad de ser perdonados por una instancia moral superior, y huérfanos del
estado de culpa se encaminan directamente, como dándose un premio, a la puerta
de la Gloria”.
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