sábado, 29 de marzo de 2014

En un confín de la Tierra… FINISTERRE
Este lugar en el que la magia y los ritos ancestrales se entremezclan, donde lo divino y lo pagano se fusionan, es considerado como el fin de la ruta jacobea, ya que hasta aquí se acercaban y se acercan los peregrinos después de haber visitado la tumba del Apóstol en Santiago, al igual que lo hicieron anteriormente a las peregrinaciones los antiguos pobladores celtas y romanos, para aguardar la hora del ocaso y ver esconderse el sol en la inmensidad del océano. No son pocos los relatos que a lo largo de los siglos nos han dejado los viajeros y peregrinos que llegaron a estas costas: el húngaro Jorge Grisaphan en 1355, el alemán Erich Lassota hacia 1584, el clérigo boloñés Doménico Laffi en el XVII, entre otros. Según la leyenda, en esta zona fue sepultada bajo las aguas la mítica ciudad de Duio o Dugium, destruida por Dios como castigo a los pecados y a la indiferencia mostrada por sus habitantes a la predicación de Santiago Apóstol.
Peregrinación de ACASSE-VA en 2.011
Fisterra, Finisterre, Finis Terrae o “Fin de la Tierra” es una lengua de tierra rocosa que se adentra en el mar unos tres kilómetros y tiene un ancho de kilómetro y medio. Un lugar que desde tiempos remotos ha sido objeto de atención para muchos geógrafos e historiadores. En aquellos tiempos era el punto más occidental de todo el mundo conocido. Lucio Anneo Floro, a finales del siglo I, afirma que Décimo Junio Bruto, tras recorrer toda la costa del océano como vencedor, no regresó hasta contemplar, no sin cierto horror y miedo de cometer un sacrilegio, cómo el sol se precipitaba en el mar y una llamarada salía de las aguas. Anteriormente a la romanización había en este lugar, el santuario llamado Ara Solis, que era un templo dedicado al Sol, de donde se dice que fue creado por los fenicios o incluso por los caldeos en su viaje por encontrar el fin del mundo.
En lo alto del monte se encuentran los restos arqueológicos de Vilar Vello y la ermita de San Guillermo, lugar cristianizado a partir de los cultos paganos relacionados con la fertilidad y donde se situaba la piedra llamada " a cama do santo" y que un obispo mandó destruir en el siglo XVII por considerarla pagana. En excavaciones recientes se han encontrado importantes yacimientos de origen medieval que demuestran la afluencia de peregrinos desde tiempos medievales.
Puesta de sol
El faro de Finisterre se considera como el segundo lugar de Galicia más visitado después de la catedral de Santiago de Compostela. Es el más importante de la Costa de la Muerte, debido a que se encuentra prácticamente al final del cabo y es el punto más occidental desde el cual se divisan unas espectaculares vistas del Atlántico. El edificio actual es de 1.868. Su luz luce desde 1.853 y tiene un alcance de 57 kilómetros La torre es de cantería y tiene base octogonal. La linterna poligonal se sitúa por encima de una cornisa con balconada. Tiene una altura de 17 m y se encuentra a 143 m sobre el mar. Además el faro cuenta con señalización acústica desde 1.888, debido a las constantes nieblas que a veces hacen casi imperceptible su potente luz. El sonido, semejante a un mugido, es denominado "a Vaca de Fisterra". Enfrente de la punta del cabo emerge la Roca del Centollo.

A la salida de la localidad, después de recoger la FISTERRA en el albergue público y siguiendo la señalética jacobea, se puede contemplar la iglesia de Santa María de Areas del siglo XII, declarada Monumento Histórico-Artístico, donde se encuentra la talla gótica del Santo Cristo de Finisterre , conocido como “O Cristo da Barba Dourada” ante el cual se postran los numerosos peregrinos que inician el ascenso suave, pero continuado, hasta el extremo del cabo. En frente de la iglesia hubo un hospital de peregrinos fundado por Alonso García, párroco en 1469.



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