lunes, 14 de noviembre de 2011

ASEO CORPORAL EN LAVACOLLA

Se sabe que los peregrinos, tras sus largas caminatas hacia la tumba del apóstol Santiago y ya muy cercanos a la meta jacobea preparaban su entrada a la ciudad limpiando su cuerpo y su espíritu. Así, al pasar por Lavacolla, junto a un frío arroyo que Aymeric Picaud sitúa "en un paraje frondoso por el que pasa, a dos millas de Santiago, donde los peregrinos de nacionalidad francesa que se dirigían a Santiago se quitaban la ropa y, por amor al Apóstol, solían lavarse no sólo sus partes, sino la suciedad de todo el cuerpo" hacían tales menesteres. De esta costumbre, se supone, surgiría el nombre del lugar, derivado de "lava cola". Picaud llama al lugar Lavamentula (mentula en latín es miembro viril) en tono jocoso. Hay otros testimonios posteriores que hacen referencia a esa “actividad purificadora” como el de un peregrino de París, Geodefroi de Buletot, que cuenta el 13 de abril de 1381: “En el pintoresco Lavacolla lavamos nuestras inmundicias, dentro del riachuelo. Me cambié la ropa totalmente, porque me las habían dado en abundancia en el monasterio del Cebrero. Fue un baño total, una ablución. Me temblaron los ojos al ver Compostela tan cerca, al descender ya por el Monte del Gozo. Al canto del Tedeum, se me escurrieron lágrimas de mil días.”
Otra explicación busca el origen de la denominación derivándola de la práctica de los señores de lavar aquí sus "collas" (esos altos cuellos acanalados propios de las indumentarias de otras épocas) para llegar con buena presencia a la ciudad.

Los actuales peregrinos mantienen esa tradición, si no les acucia el tiempo, lavándose las manos, pies y cara, como rito de pureza corporal y espiritual sin poner en riesgo nada más.

No hay comentarios: